Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable

13 dic 2016

Los alimentos funcionales o fortificados pueden ser contraproducentes

Los alimentos funcionales, aquellos a los que se les ha agregado algún compuesto que teóricamente aporta algún posible beneficio añadido para la salud, invaden los supermercados. Pero, como explico en "La Guerra Contra el Sobrepeso", la verdad es que  sobre todo son un buen negocio, sostenido sobre un castillo de naipes de promesas sin demostrar. Como también cuento en el libro, la normativa actual sobre este tipo de productos es un coladero que permite a las empresas alimentarias poner en el mercado productos caros, muy rentables y acompañados de afirmaciones de efectos sobre la salud más que discutibles. Si prefieren leer la situación de forma resumida, pueden recurrir a un artículo del bioquímico José Manuel López Nicolás que la describe bastante bien, "El reglamento europeo que ha acabado con la investigación, el desarrollo y la innovación en la industria alimentaria".

Pero, por otro lado, además de beneficiarse de una normativa permisiva y de no haber demostrado con rigor beneficios reales para la salud, los alimentos funcionales son el origen de otro problema. En La Guerra Contra el Sobrepeso lo resumo con el siguiente párrafo:

"...No solo se trata de confundir al consumidor con maravillas que podrían deducirse de las declaraciones exageradamente utilizadas ni de los desproporcionados precios que se suelen pagar respecto al valor añadido aportado. Cuando las personas empiezan a tomar suplementos o componentes añadidos que supuestamente mejoran la salud, de forma inconsciente interiorizan que su ámbito de influencia es mucho mayor, casi parecido a un medicamento. Y que sus propiedades van más allá de las que se le podrían atribuir por el componente activo. Esta sobrevaloración finalmente desemboca en una falsa sensación de protección, también llamada “efecto halo”, que hace que se genere un exceso de confianza y se descuide el resto de hábitos, incluido el resto de la dieta."

Para que entiendan mejor la importancia de esta situación, he decidido escribir un post sobre el tema comentando un estudio publicado hace tan solo unos días, ya que creo que lo ilustra bastante bien. El trabajo se trata de "Vitamin-Fortified Snack Food May Lead Consumers to Make Poor Dietary Decisions" (2016) y ha sido dado a conocer en la revista de los dietistas norteamericanos, The Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.



Se centra en una investigación sobre cómo las personas decidimos a la hora de comprar alimentos (en este caso aperitivos) que han sido fortificados, es decir, que se les ha añadido algún nutriente supuestamente beneficioso. Para la investigación se seleccionaron unos 5000 participantes y se diseñó un experimento con una serie de situaciones y preguntas que todos ellos deberían responder.

Las variables incluidas en el experimento fueron las siguientes:
  • Hay dos tipos de aperitivos, vegetales y de patata. Ambos se presentan envasados en bolsas opacas y  con una fotografía en el exterior.
  • El aperitivo puede estar fortificado (con calcio y vitamina D) o sin fortificar. Si está fortificado, aparece anunciado y muy visible en el envase.
  • Cada envase viene acompañado de su correspondiente etiqueta nutricional, accesible pinchando en un enlace justo debajo de la imagen del envase, a la que se puede acceder libremente.
  • Hay dos tipos de etiquetas nutricionales, la que muestra un perfil "saludable" (menos calorías, sal, grasas totales, grasas saturadas y más fibra) y la que muestra un perfil "menos saludable"
A continuación tienen un par de ejemplos de cómo pueden visualizarse los envases:


Y así se vería un par de etiquetas:



El experimento está diseñado para pedir a los participantes que elijan entre dos productos, que se presentan con diversas combinaciones de estas variables. Y posteriormente se procede a analizar los comportamientos en función de la presencia de cada una de ellas. Con todo ello se pretenden simular las condiciones con las que se suelen encontrar los consumidores cuando van a las tiendas y supermercados (aunque realmente en la vida real las cosas son incluso más complicadas, como expliqué en este post) .

¿Y cuáles fueron los resultados?

Para empezar,  los investigadores comprobaron que a la hora de elegir las afirmaciones sobre la fortificación ayudan a vender. Había un 17% más de probabilidades de que las personas eligieran un producto cuando estaba fortificado, frente al mismo cuando no lo estaba. Además, en el análisis segmentado observaron que esta diferencia en la probabilidad aumentaba  hasta un 21% si solo se consideraba a las personas que no leían previamente la información nutricional de la etiqueta.

Pero además los investigadores hicieron una pregunta a los participantes: ¿cuál cree que es el producto más saludable? Y en este caso se encontró que había un 41% más de probabilidades de que la gente considerara más saludable el aperitivo fortificado frente al mismo sin fortificar. De nuevo esta cifra aumentaba considerablemente entre aquellos que no leían la etiqueta (hasta duplicar las probabilidades).

Finalmente, en base a los resultados y comportamientos, los expertos analizaron las probabilidades de identificar el producto "más saludable. Y concluyeron que cuando aparecía una afirmación de fortificación en el envase del producto menos saludable, las personas tenían solo un 36% de probabilidades de identificar el producto mas saludable.

Estas fueron sus conclusiones finales:

"El objetivo principal de nuestro estudio experimental fue probar el efecto de afirmaciones sobre nutrientes en un aperitivo fortificado con vitaminas vs un aperitivo no fortificado con vitaminas. Para probar nuestra hipótesis de que las afirmaciones afectan a las percepciones sobre lo sano que es el producto, incorporamos condiciones que dieron a los participantes varias opciones para determinar si el producto es "más saludable" o "menos saludable" (...)

Hemos encontrado que las afirmaciones sobre nutrientes en aperitivos fortificados con vitaminas pueden influir en los consumidores, haciendo que tomen decisiones menos saludables, reduciendo la probabilidad de que lean las etiquetas nutricionales y aumentando la probabilidad de elegir el producto fortificado, de pensar que el producto fortificado es más saludable y de seleccionar incorrectamente el aperitivo fortificado como el más saludable."

Como ya imaginarán, no es el primer estudio que lega a estas conclusiones. Entre sus referencias pueden encontrar alguno más que las confirma:
Todos estos trabajos confirman que los consumidores se ven poderosamente influenciados por las llamativas referencias en los envases sobre los nutrientes añadidos. Y valoran lo saludable que es el alimento basándose prioritariamente en esa información, dejando en un segundo plano (o simplemente obviando) la información de la etiqueta nutricional. Y con frecuencia eligen mal, pensando que están eligiendo bien.

Ahora piensen en los alimentos que con mayor frecuencia suelen ser fortificados: cereales de desayuno, galletas, derivados lácteos... en efecto, la mayoría de ellos totalmente prescindibles y muchos de ellos incluso poco recomendables. ¿Entienden ahora el título del post?

Por otro lado, yo me pregunto: ¿No sería más lógico el permitir aportar la información nutricional relevante en la correspondiente etiqueta y punto?

3 comentarios:

  1. Información útil para el establecimiento de políticas públicas que protejan al consumidor. Has analizado los diferentes tipos de etiquetado frontal y cómo incluyen en la toma de decisiones informadas? Saludos, gracias por tus aportes.

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  2. Interesante, como siempre.
    Como evidencia adicional, aquí traducen uno hecho este mismo año por la Asociación Americana de Marketing (!):
    http://fisiomorfosis.com/articulos/ciencia/los-productos-fitness-hacen-engordar

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  3. Quizás debamos plantearnos si los alimentos deben de ser envasados como los cigarrillos. Con una información mínima respecto a la marca y maximizar "el efecto real" del producto. Pero entonces los lobbies se te tirarán encima como han hecho los de bebidas alcoholicas a la hora de restringir el etiquetado en sus productos.

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